domingo, 25 de julio de 2010

BASHOO EL ETERNO CAMINANTE




BASHOO EL ETERNO CAMINANTE

Por: Rolando Franco

Te marchas tú;

Verdes son los sauces,

Largo el camino.

Buson

Este artículo responde a la lectura del libro Sendas de Oku, del poeta Japonés Matsuo Bashoo, lectura que parte de la traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya; el libro reconocido por su estilo, escrito a manera de diario se convierte en una muestra clara del camino que recorre el poeta para entablar una relación intima con la naturaleza y consigo mismo, a partir de la experiencia construye su escritura, representa y re-crea el mundo desde el poema Haiku.

En este recorrido, que se presenta como el construir de una vida paso a paso, es el reflejo del poeta, Bashoo dejó huella en el corazón de la historia, por medio de su poesía y sus enseñanzas. Ahora el poeta empaca de nuevo, vislumbra un destino, un lugar que lo espere paciente, el poeta empaca sus ganas y se prepara:

Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje. Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como girón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo. Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas. Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu, para esperar ahí el día de la salida. En uno de los pilares de mi choza colgué un poema de ocho estrofas. La primera decía así:

Otros ahora

en mi choza - mañana

casa de muñecas.

(Bashoo, M. 1992 p. 59)

Ahora la despedida:

Se va la primavera,

quejas de pájaros, lágrimas

en los ojos de los peces.

En este poema se puede ver que, no solo la primavera parte, el poeta se aleja con ella, las quejas y las lágrimas también son las de los amigos, de modo que “la poesía como una voz más en el concierto del mundo. El paisaje, la naturaleza, como una llamada a la intimidad.” (Rodríguez, I. 1972 p. 128) Tal vez la naturaleza con su canto cotidiano y los peces en su medio, son reflejo del sentimiento que percibe el poeta, el mundo lo despide y él refiere su sentimiento: “Mientras veía el camino que acaso iba a separarnos para siempre en esta existencia irreal, lloré lagrimas de adiós.”(Bashoo, M. 1992 p.61)

Después de la despedida, lo único que se ofrece a la vista es el porvenir del camino, el cansancio se apodera del hombre, la vista y el ensueño no se desgastan.

En su peregrinaje, Bashoo reúne el antiguo amor por el viaje con el viaje de las palabras en un instante: el haiku. Bashoo no alterna la lectura/escritura de poesía con la contemplación de la naturaleza. Para el japonés, la poesía es la naturaleza (es una forma de la naturaleza) y la naturaleza es la poesía. Ambas se funden en el instante de la observación flechada por el lenguaje. El haiku es la concentración milimétrica en las palabras de la mirada y de lo que se ve. El haiku resulta de la síntesis, en el espacio y en el tiempo, del ojo del poeta y del objeto (Soberón, F .2004, 16 de Febrero)

En alguna estación el poeta es perturbado por la cotidianidad del lugar, el poeta es quien se sorprende, solo él puede ver lo que los demás apenas notan: “En verdad, desasosegado por viaje tan largo y el cuerpo tan cansado como el espíritu; además, la riqueza del paisaje y tanto recuerdos del pasado me turbaron e impidieron la paz necesaria a la concentración. Y no obstante” (Bashoo, M. 1992)

Al plantar el arroz

cantan: primer encuentro

con la poesía.

Bashoo

¿Qué pretende el poeta cuando expresa su experiencia? Paz contesta:

“La poesía, ha dicho Rimbaud, quiere cambiar la vida. No piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia. No pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”. (Hernández, P. 2002, 12 de mayo)

Octavio Paz menciona, que el poeta consagra con la palabra la experiencia de los hombres, y Bashoo lo logra llevando el éxtasis del encuentro a la palabra, ésta ahora es sagrada, lo que ha descubierto el poeta no es la cotidianidad del canto y el trabajo, lo que el poeta percibe, es el encanto del viento que acerca la voz, es el ramaje que ondea en danza frente a ese canto, es el instante en donde la experiencia penetra lo sensible e ilumina la visión del poeta, el poeta convierte el mundo en algo completamente inocente y sagrado.

El viaje del peregrino poeta se convierte en una constante aparición de imágenes, el camino tropieza con ríos, montes, santuarios, pueblos y personas, la palabra se convierte en constante compañera, el poema en este instante, es recuerdo y es motivo para continuar a pesar de que las fuerzas comienzan a flaquear. “Con un viaje aún largo en perspectiva, mi estado me desasosegaba aunque al andar de peregrino por lugares perdidos, me decía, es como haber dejado ya el mundo y resignarse a su impermanencia: si muero en el camino, será por voluntad del cielo.”(Bashoo, M. 1992 p.95)

Muévete, tumba

Oye en mis quejas

El viento de otoño.

Bashoo

El desenlace se encuentra simbolizado por la muerte, pero la muerte todavía no pretende acabar con el camino, con el recorrido, es cierto que el poeta se consume por el cansancio, es tiempo de descansar, el momentáneo fin no es más que un momento de regocijo frente a lo vivido, es una más de las estaciones.

El poeta ha viajado para llegar a Oku. Pero al leer su diario, advertimos que Oku es menos un destino que un pretexto. Bashoo cumple la utopía del poeta: el viaje o la página auspician el encuentro con la poesía. (Soberón, F .2004, 16 de Febrero)

Ahora solo queda el reencuentro, la estación ofrece rostros conocidos, el recibimiento sorprende a sus amigos y de esta forma: “Su regocijo al verme era como el de aquellos que se encuentran en presencia de un resucitado.”(Bashoo, M. 1992 p.197) En este encuentro con los amigos, ellos ven en el poeta el rostro de la resurrección, el camino a construido una nueva vida, la experiencia convierte al poeta en otro, y ese otro con nuevos recuerdos y vivencias no es más que, el que es capaz de ofrecer en su poesía un modo distinto de ver el mundo que acaba de pasar por debajo de su paso. Aunque el camino hasta ahora se está visualizando, el compromiso con la creación y con la vida es el de continuar, el poema es un continuo transitar, y ahora el poeta de nuevo se despide.

El poeta Matsuo Bashoo

Matsuo Bashoo seudónimo de Matsuo Munefusa nació en Ueno, provincia de Iga, muy cerca de Kioto, en 1644; fue hijo de un samurái que estaba al servicio de una prestigiosa familia de la región, y como era la tradición también estuvo al servicio de la familia, como el compañero del joven heredero, con el cual aprendió la escritura.

Después que se le es permitido retirarse de sus obligaciones con la familia, se aísla en Edo, ahora conocida como la ciudad de Tokio, donde se comprometió con la escritura y del acercamiento al budismo Zen, poco a poco se fue convirtiendo en un ermitaño dedicado al estudio y la contemplación, gracias a esto el poeta comienza a buscar en su poesía una mayor trascendencia, y es por ese motivo que el haiku obtuvo prestigio en las manos de Basho, ya que comprendió que la poesía es comunión con la vida, por medio de la intuición de la naturaleza, que lo soborna con su esplendor y belleza, y es solo en la experiencia donde el poema se convierte en expresión. Para llegar a la expresión el poeta:

Camina bajo la solitaria luz crepuscular. Las ásperas sandalias le astillan los pies. No lo salva ni del sol ni de la lluvia su atuendo escaso. La daga del aire le penetra los huesos y el cielo es un manto lejano y austero.(Soberón, F .2004, 16 de Febrero)

De acá en adelante el poeta es un peregrino, es un caminante con la palabra a cuestas, y comienza a convertirse en el maestro que será recordado, ya que en sus viajes y descansos conoce a muchos que quieren seguir sus enseñanzas, de este modo el maestro es creado por el discípulo, la necesidad de aprender nace del que quiere escuchar.

En atuendo de viajante,

una gruya en las lluvias tardías de otoño:

el venerable maestro Bashoo.

Chora

Este haiku representa la veneración y respeto que los discípulos del poeta le tenían, muestra al maestro vistiendo de viajante, el eterno viajero, importante es también la imagen de la grulla que en el Japón representa longevidad y vida prospera, de este modo se le rinde homenaje y también se le ofrecen los mejores deseos, también el respeto que se le brindaba al poeta se aprecia claramente, inclusive se reconoce como maestro, no solo como la persona que puede ofrecer un conocimiento, sino como la persona que ha alcanzado un nivel de satori o iluminación superior, y es en esta iluminación donde el poeta obtiene su inspiración. Frente a esto último hay que recordar que en la cultura oriental, la religión, la filosofía y el arte no son formas separadas sino que componen una unidad, el poeta lo entendía de esta manera, él podía encontrar al buda en la naturaleza, y descubrir en su interior el Zen de las cosas, en este sentido recuerda el poeta: “Los pensamientos que existen en mi corazón sobre la belleza de las cosas que vienen con cada estación son como canciones interminables, tan numerosas como los granos de arena de una playa. Los que expresan tales sentimientos con compasión son los sabios de las palabras.” (Citado en Rodríguez, I. 1972 p. 77) Estos sabios tal vez son los que son sensibles respecto al espectáculo de la naturaleza, y tienen la capacidad de transformar los pensamientos en palabras que preexisten en el corazón del poeta. El poeta Bashoo muere en 1694, después de una vida de peregrinación por el Japón, disminuida su salud, muere rodeado de discípulos y amigos.

Habiendo enfermado en el camino,

mis sueños

merodean por paramos yermos.

Bashoo

Con este poema Bashoo se despide, como en la mayoría de sus versos, renuncia a la vida pero no a la poesía, el poeta se refiere a la estación última que se hace en el camino, estación de descanso y melancolía, recuerdos de una vida de pasos y de huella, ya no queda más que sueños para la palabra, esos sueños que como su espíritu merodean por las áridas sendas de las vidas que lo acompañaron, para ser iluminadas por sus versos. “Nadie sabe que un hombre, hacia el final de sus días, recorre, en la intemperie de la tarde, el paso de Shirakawa. Nadie sabe que en el rojo horizonte del Oriente encuentra la milagrosa eternidad”. (Soberón, F .2004, 16 de Febrero)

Bibliografía

-Bashoo, Matsuo. (1992). Sendas de Oku; texto japonés caligrafiado e ilustrado por Yosa Buson; versión castellana de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya. Pontificia Universidad Católica del Peru. Lima.

-Hernández, Prócoro. (2002, 12 de Mayo). Revista inter-forum, Para qué sirve la poesía: El concepto de poesía en Octavio Paz, extraído en septiembre 5 de 2009 en:http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/051202artliter.html

-Izquierdo, Rodríguez F. (1972). El Haiku Japonés, historia y traducción, Evolución y triunfo del haikai, breve poema sensitivo. Publicaciones de la fundación Juan March, Guadarrama. Madrid.

- Soberón, Fabián (2004, 16 de Febrero). Bosque de bambú, camino del haiku. Tomado de Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, extraído en junio 18 de 2009 en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/basho.html

Rolando Franco es Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de la ciudad de Bogotá, Diplomado en Cultura Y Literatura del Instituto Caro y Cuervo además de Coordinador general de la revista Cultural y Literaria Gavia de la U.D. El presente artículo hace parte de su trabajo de grado desarrollado en didáctica de la literatura, como forma de relacionar la poesía de Oriente y la didáctica.


Libro de Matsuo Bashoo

http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/basho-matsuo-senda-de-oku.pdf


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